¡Oh Santo Venerado!,
Tú que pasaste tu vida en la soledad,
en una ermita humilde y retirada.
Que no pensaste en el mundo
ni en sus goces.
Que ahora estás sentado a la diestra de Dios Padre
te pedimos que intercedas por nosotros para que
Él nos extienda su bendita mano y nos socorra,
ilumine nuestra mente, aumente
nuestra fe,
y fortifique nuestra voluntad para continuar nuestras
oraciones y súplicas ante ti y todos los santos.
¡Oh San Charbel!
que haces milagros y realizas prodigios sobrenaturales,
que curas a los enfermos y devuelves la razón a los perturbados,
que devuelves
la vista a los ciegos y el movimiento a los paralíticos,
y otórganos la gracia que te imploramos.
Ayúdanos para hacer
el bien y evitar el mal.
Pedimos tu intercesión en todo momento y sobre
todo en la hora de nuestra muerte
Amén.
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