Oh! Piadosa Santa María Magdalena,
Enamorada del Señor,
Con el amor más encendido,
Corazón sufriente,
Y desgarrado como no lo ha sido otro.
Compasiva y generosa amante,
Que por acompañar desvelada,
Y sufriente a tu amado Maestro Difunto,
Lograste ser singular,
Y favorecida en el goce de sus glorias,
Después de resucitado.
Tú sabes bien lo que es la desesperación,
De perder a tu amado,
Tú conoces lo que es pasar,
Por momentos de angustia y desesperación,
Tú, que también has llorado por amor,
Apiádate de mí.
Mi corazón, al igual que el tuyo,
Por el abandono de mi enamorado,
Que ha decidido alejarse de mí,
Y yo no puedo soportar el dolor,
Y esta soledad que me llena de pena y abatimiento.
Te suplico Magdalena, hermosa flor,
Que me concedas la gracia,
De recuperar su amor,
Su cariño, su pasión.
Te suplico Magdalena, alma dulce,
Que le inspires el deseo de reconciliación,
La necesidad de volver a mis brazos,
Que se encienda su pasión,
Una vez más, solamente por mí,
Que sea yo quien vuelva a ocupar,
Un único lugar en su pensamiento,
Que vuelva a vivir por mí y para mí.
María Magdalena, mujer enamorada,
Ten piedad de mí,
Como un día, el Maestro Jesús,
La tuvo de ti,
Haciéndote una mujer nueva,
Llevando la felicidad a tu vida.
María Magdalena, mujer enamorada,
Socorre a mi corazón,
Protege mi alma,
Y devuélveme las ganas de vivir.
Amén.
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